04 de Abril de 2011
Ese día en la mañana nos despedimos de Luis y Magdalena… también estaba Agustina que nos trató tan bien y fue tan acogedora con nosotros.
Luego nos fuimos a hacer los últimos trámites… por fin logramos cambiarle los zapatos a la camioneta!!!!! No fue barato, nos salió $400.000, eso incluyó 5 ruedas nuevitas de paquete, la alineación y balanceo. Estábamos felices como niños con juguete nuevo!! El Pablo habló todo el camino que se sentía diferente la dirección, se caía a los hoyos sólo para probar las ruedas nuevas.
Ah!! Y vendimos las ruedas viejas… preguntamos cuanto nos daban y al final se las vendimos a un tipo que nos dio 250.000 guaraní, o sea un poquito más de 30 lucas… no fue mucho, pero igual nos sirve de algo.
Después nos metimos al caótico centro, compramos el chip para configurar el GPS, unas chalas de queso para el Pablo y un paraguas, jajja. Igual salimos con varias compras de esta ciudad.
Cuando terminamos de hacer todo lo que aparecía en nuestro listado… por fin pudimos salir de Ciudad del Este, no es que lo hayamos pasado mal, pero fue agotador… todos los días nos levantamos temprano y corriendo para llegar a algún lugar… lo bueno es que salimos con la satisfacción de que hicimos todos los trámites que necesitábamos hacer.
Ese día queríamos llegar a las ruinas de los jesuitas, ubicada cerca de la ciudad de Encarnación. El camino es de una sola pista pero está en buenas condiciones… además no transitan muchos vehículos.
Por ese sector se ven muchas plantaciones de maíz, choclo y poroto de soja. También se ven muchos pinos… pensábamos que sería diferente el paisaje pero es bonito. No se ven muchos pueblos en el camino, eso sí.
Este es el primer contacto con la carretera paraguaya y la primera noche que no tendremos donde quedarnos… ya no están las estaciones de servicio a las que acudíamos en Brasil. La aventura recién está comenzando… siempre nos da una cosita en la guata entrar en un país nuevo… cómo será todo??.
Nos para un policía… pensamos: “llevamos todo correcto… imposible que nos pase un parte”. No nos pide los documentos sólo nos hace preguntas y nos hace abrir la cúpula, mira insistentemente, por si llevamos algo ilegal… le ofrecemos abrir todo… nos dice que no, podemos seguir adelante… uff!! Primera inspección y salimos ilesos!!, nos metieron tanto susto con los policías coimeros que respetamos todo!!! Tenemos cuidado con los límites de velocidad, incluso los que nos parecen ilógicos… en plena carretera y límite 40 km!. Bueno, todo sea por salir sin una multa de este Paraguay.
Llegamos a las ruinas jesuitas de Jesús de Tavarangue justo cuando esta atardeciendo… la luz esta espectacular para sacar fotos. La entrada cuesta 25.000 guaraní aproximadamente, $2.800 y nos permite entrar a otros dos lugares.
Las ruinas son espectaculares… están construidas con piedra Itaky, la cual tiene un color rojizo muy lindo.
Los jesuitas llegaron a misionar al Nuevo Mundo… en este sector instalaron muchas “reducciones”, son 30 las más importantes y están en Paraguay, Argentina y Brasil, se les denominó los “30 Pueblos”. En Paraguay hay 8, dos de ellas declaradas Patrimonio de la Humanidad.
Averiguando, nos enteramos que las reducciones fueron comunidades indígenas gobernadas por los jesuitas, les enseñaban métodos agrícolas, artes mecánicas y favorecieron el desarrollo del comercio. Estas reducciones eran pequeñas ciudades donde estaba la iglesia, el cementerio, tenían lugares destinados para las cosechas, casas para los indígenas, colegios y otras cosas más.
Es de acuerdo a cada reducción donde se encuentran diferentes estructuras y arquitectura. Además, nos cuentan que los jesuitas tuvieron etapas que marcaron la arquitectura, primero comenzaron con construcciones de adobe y techos de paja, después tuvieron una construcción con piedras más sólidas y finalmente llegaron a construir con la piedra Itaky, que es más fácil de modelar.
Las ruinas que visitamos ese día corresponden a la tercera etapa, pero lamentablemente nunca la alcanzaron a terminar, porque fue en el período en que el rey de España, Carlos III, expulsó a todos los jesuitas de todos los territorios españoles.
Disfrutamos mucho del lugar… una arquitectura bellísima y una tranquilidad que no teníamos hace rato… sólo se escuchaban los sonidos de los pajarillos, el ruido del viento y nuestros pasos por el pasto.
Fue tanto nuestro agrado que les pedimos a los de administración si nos dejaban quedarnos una noche… y nos dijeron que sí!!!! Nos pasaron un baño y nos permitieron ocupar electricidad.
Tuvimos una bella cena… comimos tallarines y salsa de tomate con carne de soja… y para celebrar abrimos un vino chileno… ese lo compramos en Ciudad del Este, jejje. Así terminó nuestro día!
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