martes, 10 de agosto de 2010

San Ignacio de Moxos, Carrasco

Salimos de San Ignacio y nuevamente en el paisaje salvaje, a los wenos cocodrilos, papagayos y vacas camellos con los tremendos cuernos. Llegamos a San Borja que es un pueblo más grande que San Ignacio, lo primero que vimos fue una vaca en plena calle comiéndose un árbol. Fuimos a sentarnos a la plaza a almorzar, nos comimos las lentejas. Miramos nuestro entorno, cualquier gente en moto, luego de observar a los motoristas nos dimos cuenta que es habitual que se den varias vueltas en la plaza, quizás para mostrarse o para hacer amigos, no sabemos pero las mismas personas se daban ene vueltas.

Luego de salir de San Borja llegamos a Yucumo un pueblito tropical, con bastante comercio, y ahí la cosa comenzó a cambiar, vimos cerros!! Y comenzamos a ascender desde los 400 metros de altitud íbamos a llegar a los 3600 metros. Hicimos una parada al baño y vimos unas cascadas, mariposas, una fila de hormigas cabezonas que estaban transportando enormes pedazos de hojas.

En ese tramo pasamos por un puente largo, íbamos sobre el río Beni, desde allí el camino se fue haciendo más angosto y con una pendiente muy grande. Estaba complicado porque hace poco había llovido y había muchas pozas de agua, bastante barro. También hay reglas para subir, que nos fuimos dando cuenta en el trayecto, los que van subiendo deben ir por el lado izquierdo de la ruta, por el costado del cerro. El que baja debe ir pendiente si van subiendo autos para esperarlo en la parte más ancha del camino.

Íbamos con harto cuidado para no caernos al precipicio, comenzó a oscurecer y la neblina se hizo más espesa, decidimos quedarnos en una parte del camino en la que se podía estacionar sin morir en el intento. A las 8 pm bajo el flujo de vehículos. Transformamos la movilidad en dormitorio y nos entramos, había mucho ruido de bichos, aves, y animales, estaba oscuro, así no teníamos ni ganas de salir.

A la mañana siguiente, con la luz pudimos ver donde nos habíamos quedado, al parecer era la parte más ancha de todo el camino y la ocupan de baño, había que mirar harto para no pisar una sorpresa de caca. En la noche el Pablo ya había pisado una, no se le podía salir el rico olor en la chala y en la mano.

Desarmamos el dormitorio y seguimos el camino hacia Caranavi.

Besos

Andre























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