jueves, 9 de diciembre de 2010

Manaure, Cabo de la Vela, Uribia

24 de Noviembre de 2010

Toda la Península de la Guajira es de los wayuu, así q vemos señoras con pijamas a cada rato, hasta las niñas andan con esas largas túnicas.

Salimos del pueblo y vamos a conocer el pueblo que está frente a Manaure, Uribia. Lo que más nos llama la atención es que hay un mercado negro gigantesco de venta informal de combustible. Nos cuentan que como estamos cerca de la frontera con Venezuela, la gente va a buscar combustible allá, porque es regalado de lo barato y lo revenden en ese sector, le sacan como el 2000% de ganancia. Obvio que pasan por el desierto, por sectores donde no hay control de policías ni milicos, también traen comida. Es increíble son muchos camiones, camionetas y autos que hacen lo mismo.

Vemos incluso algunos negocios que ya tienen más automatizado el sistema de venta de combustible, no llenan con el bidón sino que tienen una especie de bomba con manguera que les permite llenar más rápido. Nosotros buscamos petróleo pa ponerle a la camioneta pero nadie nos quería vender, hasta que encontramos a un tipo que se parece a Marito culpa, el amigo del barrio del Pablo y él nos vendió.

Uribia es un pueblito que gira en torno a la venta de combustible, casi todos pertenecen a la cultura wayuu. Como ha llovido mucho el pueblo tenía zonas que estaban inundadas.

Luego de recorrer el pueblo queríamos llegar a Punta Gallinas, la punta más extrema de América del Sur, pero el camino está muy malo, lleno de barro y no anda mucho vehículo, si nos quedamos pegados no le podríamos pedir ayuda a nadie. Por lo mismo decidimos ir sólo al Cabo de la Vela, que es por el mismo sector pero anda más gente y hay un camino más señalizado para llegar. Es una zona turística, nos dijeron que es muy linda, seguimos las instrucciones que nos da un policía.

El camino está bastante malo, es de tierra, pero la tierra que hay en ese sector se convirtió en greda con las lluvias. Seguimos la huella de otros vehículos para no quedarnos atrapados, vamos siguiendo también la línea del tren. El paisaje es desértico con muchos arbustos pequeños y cactus. Vemos pequeños caminos que se van metiendo entre los arbustos, esos llegan a casas medio escondidas. Se ven personas pero no muchas, lo que sí hay y hartas son cabritas.

Llegamos al Parque Eólico, son varias torres con aspas que generan electricidad para la comunidad. Doblamos hacia la izquierda, el camino se pone más estable porque tiene más piedras, después de un rato llegamos a Cabo de la Vela, es un pequeño pueblito, sus playas son transparentes y de arena blanca. Las casas son construidas con palos, como de coligues. Se nota que están preparados para los visitantes que llegan, porque hay restaurantes, hoteles, lugares donde ofrecen chinchorros (hamacas) bajo techo. El día estaba soleado sin nubes, llegamos al sector más extremo, donde hay una especie de faro, nos íbamos a bajar de la camioneta y se largó un diluvio que nos dejo varios minutos escondidos.

Cuando paso la lluvia pudimos observar, desde arriba de una lomita, todo el borde costero. Estaba nublado pero igual se veía bello.

Se nos pasó la hora volando, decidimos devolvernos a Uribia, porque al día siguiente teníamos la intención de cruzar la frontera hacia Venezuela. Si nos quedábamos un día debíamos esperar hasta el lunes para hacerlo y no queríamos demorarnos más días en Colombia.

Las lluvias ponen muy inestable el camino, anduvimos unos minutos después de que salimos de Cabo de la Vela y nos quedamos pegados en medio de la nada. Intentamos sacar la camioneta, con la pala le sacamos el exceso de barro a las ruedas, le hicimos un caminito con piedras, pero nada!!!!!!!!!! Y no pasaba ningún vehículo! Después de todos los intentos de sacarla con nuestros propios medios, decidimos esperar a que alguien nos ayudara. Por fin paso una camioneta, le pedimos ayuda, nos tiro hasta que logró sacarla.

Seguimos nuestro camino y pa nuestra buena suerte se puso a llover torrencialmente, el camino se puso más malo, pero avanzábamos. Muchas veces patinamos porque las ruedas no tenían agarre. Íbamos lento por seguridad, porque además del barro, los vehículos que andan en esta zona son un peligro, son muy antiguos y muchas veces no tienen luces y manejan como las weas.

Íbamos tranquilos, vemos al costado un camión dado vuelta, con la lluvia y la oscuridad no hay buena visibilidad. Seguimos y casi nos quedamos enterrados, el Pablo ocupo toda su técnica de camionero, pero la camioneta no quería subir!!! Nosotros ya sudábamos helado, no hablábamos, cada uno rogaba por su cuenta, porque quedarse tirado ahí era igual a choque. Hasta que al fin salimos, y nos reíamos por la situación.

Vimos varios autos y camiones tirados en el camino… al fin llegamos a la calle con pavimento, aliviados de salir sanos y salvos de ese tour 4x4 extremo. Con esa travesía la camioneta había quedado como una bolita de barro, el parachoque hasta quedo chueco con tanto hoyo que nos mamamos. Pero no tenia roto nada.

Buscamos un lugar para quedarnos, y el elegido fue un estacionamiento de un hotel. Después de estacionarnos fuimos en busca de comida, el pueblo había estado inundado y había un olor asqueroso a alcantarilla, nos fuimos a un restaurant más decentito para no enfermarnos del estomago. Estábamos cansados y nos dormimos temprano.

































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