Esa mañana nos dicamos a la camioneta… le tocaba la revisión de los 25.000 kilómetros (shitas que hemos andado!!!!), fuimos a una concesionaria de Toyota pero ellos no tienen camionetas a petróleo, por ganar plata igual la iban a hacer pero sin tener idea de que debían revisar, nos fuimos de ahí… al final lo más importante que había que hacerle era cambiar el filtro y el aceite.
Nos dimos un tour por Punto Fijo buscando aceite para la camioneta… fue una aventura… acá en Venezuela no hay autos a petróleo, sólo los camiones y buses, pero no vehículos más pequeños y por lo tanto no había aceite adecuado para la camioneta… ocupamos más de medio día en esa búsqueda… al final compramos el que más se le parecía al q realmente debíamos comprar…
Con el aceite comprado… vino el show de buscar un mecánico que nos cambiara la cuestioncita… el filtro no fue un problema porque en Ecuador habíamos comprado uno original “por si acaso”… dando vueltas encontramos un lugar de camioneros y ahí nos hicieron el trabajo… no nos cobraron caro, y era re fácil, pero nosotros no teníamos las herramientas para hacerlo y tampoco un lugar para poner el aceite quemado… salimos del cacho y seguimos avanzando en el camino…
Salimos de la Península del Paraguaná y de Coro… dos lugares imperdibles de Venezuela… llegamos de noche a nuestro destino… San Juan de los Cayos… nos habían dicho que tiene unas playas preciosas para hacer snorkel…
Cuando llegamos estaba oscuro, entramos al pueblo y vimos muchos lugares inundados… no había nada abierto para quedarnos… en la entrada del pueblo vimos una alcabala, es como un reten de la guardia nacional, tenían patio así que partimos para allá a pedir asilo… nos recibió Alejandro, que era el que estaba a cargo del recinto… nos dio permiso para quedarnos y nos contó que hace unas dos o tres semanas habían pasado otros chilenos en un escarabajo y se habían quedado ahí también, para nuestra sorpresa habían pasado la Claudia y el Pablo!!!!!!!!!!! Jaja no lo podíamos creer, haciendo la misma ruta!
Conversamos harto rato con Alejandro, un tipo muy simpático… también se nos acercó otro guardia, Jesús creo que se llamaba… fueron muy acogedores con nosotros… nos decían que se sorprendían de nuestro viaje porque en Venezuela no se sabe de gente que emprende viajes… son más apegados a la familia y a la tierra, quizás es por temor a lo desconocido.
Jesús nos contó que estaba un poco aburrido de su trabajo porque pierde muchos momentos con su familia, tienen que hacer turnos y no puede salir de ahí… no tuvo otras opciones para elegir, ya tiene tres hijos y no quiere aventurarse a cambiar de oficio. Alejandro es chistoso, nos cuenta historias de traficantes, de su familia… quiere ir a Chile con su novia, le damos nuestras direcciones para que nos vayan a visitar.
Instalamos nuestro hogar y nos vamos a bañar en una ducha improvisada en el aire libre, con mosquitos y ranitas, pero a la luz de la luna.
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