martes, 18 de octubre de 2011

Puerto Ibañez a Coyhaique

01 de Septiembre de 2011

Desperté sintiendo que no daba más de cochina así que fui a pedir agua caliente en la policía y algo me alcance a lavar. Si, somos aperrados pero eso de andar sin bañarse por días afecta mi ánimo.

Terminamos con nuestro aseo diario y partimos a recorrer Puerto Ibañez… toda la costanera se encuentra tapada porque están realizando la construcción de la nueva costanera. Al recorrer sus calles pudimos observar que hay muchas casas antiguas, la mayoría se encuentran bien conservadas, ya que aún las habitan.

Al salir del pueblito tomamos un camino que nos llevó hacia una bella cascada llamada Salto Río Ibañez. Seguimos recorriendo y subimos por unos caminos que nos llevaron a ver todo el valle de Puerto Ibañez, es muy grande y por lo que nos informamos tiene un microclima que le permite apta para la agricultura… aunque la gente de acá no tiene pasta de agricultor, al parecer son más dedicados a la ganadería.

Según un cartelito que vemos, en esta zona habitaron los tehuelches o patagones. Seguimos nuestro camino… comenzamos a subir en altura hasta que llegamos a la Cuesta del Diablo, por esos lados aún hay nieve. Desde lo más alto de la cuesta se puede observar el Cerro Castillo. Las nubes nos dieron tregua y permitió que viéramos el sol… el paisaje cambió totalmente, de un gris depre pasamos a un sol incandescente… gracias porque pudimos disfrutar de la belleza de los colores puros que sólo se encuentran en la Patagonia.

Antes de llegar a Coyhaique pasamos por la Reserva Nacional Cerro Castillo, la carretera pasa por el medio. En ese sector había mucha nieve, e incluso la calzada estaba resbalosa. Kilómetros antes de la ciudad el paisaje cambia, ya no vamos entre altas cordilleras sino que el paisaje se vuelve más plano y con mucha menos nieve.

Llegamos a la ciudad y deseábamos con el alma, descansar, pero no teníamos ninguna persona conocida. Igual debíamos estar unos días allí, porque debíamos hacer la mantención de la camioneta. Ocurrió que al Pollo se le prendió la ampolleta y fuimos a pedir ayuda a la oficina de su ex trabajo, el Sernageomin. Por suerte nos topamos con Gonzalo, geólogo responsable de la oficina. Él se acordaba del Pablo y después de contar nuestra triste-alegre y loca historia, pedimos ayuda. Gonzalo no se hizo atados y nos invitó a su casa.

Después de pasar al supermercado y averiguar por la mantención de la camioneta, nos reunimos con Gonzalo y nos fuimos a su casa. Haberlo encontrado, en ese momento, fue lo mejor que nos ocurrió. Estábamos agotados y necesitábamos recargar pilas. Que mejor que una rica ducha! Aunque de descanso no les puedo contar mucho porque nos tocó lavar una enorme cantidad de ropa, a eso se le sumó que debíamos ordenar y limpiar nuestro hogar-camioneta, además limpiar el cooler, llenar las botellas con agua y otras cosas más.

Ah!! Esa tarde al Pollito se le ocurrió ir a comprar algunas verduras y salió hasta con GPS para no perderse… peroooooooooo, el muy pollo se perdió igual, hasta lo tuve que ir a rescatar a la esquina para que el mal humor no lo invadiera más, jajja.

Al final nos terminamos acostando en la madrugada, pendientes de toda la ropa que debíamos secar.

















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