sábado, 6 de noviembre de 2010

Bogotá a La Vega

30 de Octubre

Despertamos nuevamente en casa de la Familia Céspedes, nos tuvimos que levantar con las gallinas porque ellos debían salir a un campeonato de futbol. Tomamos desayuno y nos despedimos muy agradecidos de q nos dejaran quedarnos unos días en su casa.

En Bogotá hay un cerro bien famoso, el Monserrate, allá se sube en teleférico, por nuestro reducido presupuesto decidimos no ir, pero en cambio fuimos al cerro del frente al que se puede subir en auto, incluso tiene mayor altura y se puede disfrutar de una mejor vista de la capital colombiana. En la cima del cerro hay un mirador y está la Virgen de Guadalupe.

Mientras observábamos la panorámica una señora se nos acerca y nos da tremenda charla de cosas que no tenían coherencia, hasta nos invitó a su casa, pero estaba medio loca. Así que no la pescamos mucho.

Bajamos del mirador y nos fuimos a dar el último paseo por la ciudad y luego nos fuimos a conocer Zipaquirá, es un pueblito colonial, sus casas son blancas con lindos balcones de madera. Es súper turístico, allá está la catedral de sal, pero no entramos. Recorrimos el pueblito que nos gustó mucho, la plaza tiene repartidas unas palmas de cera que son el árbol nacional del país y la catedral es de color ladrillo con dos torres, es preciosa.

Avanzamos en nuestro recorrido y nos metemos por un camino montañoso bien campestre, lo que más vemos son vacas. En el camino vemos puestos de comida, son típicos los asados al palo, la mazorca (choclo) asada a la parrilla y la panela con queso. La panela es azúcar de caña, tiene un sabor a caramelo muyyyyy dulce, es tradición tomarlo.

Durante ese camino pasamos por varios pueblitos, Pacho, Supatá, a la mitad del camino el cielo nos mando un diluvio!!! De esos que pocas veces vemos, ya medios acostumbrados a las lluvias de acá no nos preocupamos mucho y seguimos avanzando.

Finalmente ese día llegamos a La Vega, es un pueblito cerca de una laguna, tiene varios centros recreacionales y es bien parrandero, en plena plaza hay muchas personas tomando cerveza y cantando canciones de amor desesperado.

Llegamos a un HOTEL y le pedimos el patio, ahí conocemos a Rocío y su familia, ella es joven y tiene 4 niños, trabaja en ese lugar con su esposo. Nos permite quedarnos, nos ofrece de todo para que estemos cómodos.

Nos da mucha risa porque nos mira con extrañeza, sacamos algunas cosas para cocinar y armar nuestro dormitorio en la camioneta, quizás muchos nos miran así y para nosotros ya es tan normal.


























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