Nos levantamos tempranito para tomar posición en el ingreso al ferry. Teníamos pasaje a las 7 de la mañana pero había que estar 2 horas antes, como nosotros dormimos ahí mismo no fue tan terrible.
Luego de sellar los pasajes nos pusimos a hacer la fila de ingreso, había una para los vehículos y otra para pasajeros. Subimos al piso donde están los asientos, todo ese sector es con vidrios para ver el mar. Adentro hace un frío polar, porque tienen el aire acondicionado a todo chancho.
El viaje es de aproximadamente 4 horas y media, se puede dormir, ver televisión o salir a ver el mar. Nosotros hicimos las tres cosas.
Llegamos al Puerto Punta de Piedras, está lleno de lanchitas y de personas que ofrecen alojamiento, mapas y otras cosas, son acosadores… no entienden un “no quiero, gracias”, igual se tiran encima.
Isla Margarita es enorme, en realidad son dos islas unidas por un cordón litoral. La parte occidental es más árida, por lo mismo no vive tanta gente y tampoco hay muchos servicios. A diferencia de la parte oriente de la isla que es un sector con valles, más húmedo… es donde vive toda la gente y encuentras de todo, hay grandes centros comerciales, grandes urbanizaciones, y de todos los servicios que necesite el turista. Muchos venezolanos vienen a la isla porque no es cara y además es puerto libre, o sea no hay impuestos.
Nos contactamos con Ana, una mujer de couchsurfing, que nos recibiría en Porlamar.
Llegamos a su departamento y nos estaba esperando con almuerzo.
En la tarde nos dedicamos a pasear, llegamos a un muelle donde el Pablo nuevamente hizo intentos de llevarse un pez, pero ninguno quiso picar. Conocimos la playa de Pampatar, pero no nos quisimos bañar.
Más tarde fuimos a conocer un centro comercial enorme, se llama Sambil, es enorme y tiene de todo. Hay tiendas de marcas… como se acerca navidad las tiendas están llenas y la gente anda como zombi comprando…
Ya de noche nos fuimos a descansar al departamento de Ana.
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