jueves, 20 de enero de 2011

Santa Elena a El Paují

31 de Diciembre de 2010

Desde la casa de Elizabeth hay una vista espectacular de los tepuy, justo esa mañana no había muchas nubes y pudimos divisarlos a lo lejos.

Nos invitan a tomar desayuno, arepitas integrales son queso, mm, que rico! Las hizo Nieves, una amiga de Elizabeth. Conocemos a la hermana de Ámbar que se llama Luna, vive en el mismo sitio un poco más arriba, con su pareja e hijo. Todos los integrantes de la familia tienen nombres del sistema solar o de la tierra, es que son muy pachamamísticos.

En el sitio hay otra casita, allí vivieron un tiempo los chiquillos, cada vez que pasamos por ahí César nos dice… ahh en esa casa nació Assha!.

A medio día partimos en patota a El Paují, un pueblito cercano donde Ámbar tiene una casita. Nos fuimos todos en la camioneta, César, Ámbar, Sol, Assha y nosotros dos.

Los chiquillos tuvieron que dejar el escarabajo en el mecánico para que lo arreglaran porque habían tenido problemas.

La camioneta se transformó, le pusimos el colchón arriba y se veía más grande… la pobre iba más cargada que burro de carga y no reclamó nada. Nos metimos por un camino de tierra, fueron un par de horas que anduvimos, se ven los bosques, el cielo, nubes y los hermosos tepuy, el camino está muy malo y aunque andamos con neumáticos de niñita, la camio igual aperró en las bajadas y subidas.

Antes de entrar al pueblo nos paramos en un río, aprovechamos de bañarnos un ratito… hace rato que no sentíamos el agua fría de los ríos… A lo lejos vemos una escuelita… César nos dice “ahí estudió Assha”, nos lo recordará cada vez que pasemos por ahí y nosotros lo agarraremos pal chuleteo.

Llegamos al famoso Paují, es un pueblito pequeño donde conviven indígenas y hippies, en sus tiempos de gloria acogió a muchos artistas locos que se fueron a conectar con la naturaleza. Ahora igual vive gente, pero al parecer durante el año baja la población… ahora es temporada alta y está lleno…

Vemos caravanas de camionetas y jeep 4x4 acondicionados para todo terreno, les cambian los neumáticos, las levantan, les ponen luces arriba, parachoques gigantes… nuestra camioneta es grande pero al lado de los tremendos tractores que andan por ahí, se ve pequeña. Lo que si nos gusto fue que les ponen unas carpas arriba de los techos y es bacán.

Cuando entramos a la casa de Ámbar, un sentimiento de tristeza nos invadió a todos… estaba llena de basura y de escombros… hace más de un año que no iban y otras personas la ocuparon… lamentablemente no cuidaron nada… una habitación que estaba con llave estaba destruida y se había convertido en el basurero oficial… nos dio mucha pena… Ámbar nos contaba como la había dejado… pero no nos quedamos en la tristeza, pensamos en lo bien que lo pasaríamos ahí si nos poníamos a limpiar y a ordenar… sacamos toda la basura, la ordenamos, armamos la cocina… pusimos la mesa que nosotros andamos trayendo y se fue armando la casa… después de un par de horas ya tenía otra energía…

Después de todo eso Ámbar se puso a preparar la cena… comimos con nuestros amigos… el día fue muy largo y faltaba para el año nuevo, así es que nos fuimos a dormir una siesta… nos despertamos justo a las 11:30 de la noche.

Es tradición en el pueblo esperar las 12 en la plaza, allí hacen una fogata gigante… partimos para allá, la fogata era tan grande que llegaba al cielo!! Había mucha gente, muchos turistas…

Llegó el cambio de año… hay fuegos artificiales… con el Pablo nos abrazamos… recordé todas las cosas que hemos vivido este año, todas las personas que hemos conocido, todo lo que hemos aprendido… termina un año y comienza otro, pero nuestro viaje sigue y juntos, tomados de la mano, enamorados!

Por un momento olvide que había más personas, jaja, buscamos a Ámbar a César y a los niños para darles un abrazo… abrimos un vino para celebrar… me siento bien, feliz… recuerdo a mi familia, les mando un beso a la distancia…

El año nuevo acá me recordó cuando éramos niños… porque revientan petardos muy sonoros… antes en Chile era legal hacer eso, incluso yo recuerdo que prendíamos virutillas, pero ahora no se puede.

Después de un rato nos vamos a una fiesta a las afueras de la ciudad, hay música electrónica, prenden otra fogata… hay malabarismo con fuego, está entretenida la cosa… César nos dice que trajimos suerte, primer año que no llueve. Bailamos, conversamos, miramos las estrellas, nos abrazamos, nos tomamos de la mano, nos miramos… pasan volando las horas… amanece.











































1 comentario:

  1. Ayyyy que escribes bonito, tienes el talento de la pluma, jejeje Buenísima la historia, que nostalgia al oír hablar de Amar y Cesar y su hija... Muy bellas personas que bueno q cayeron a gusto ahí y que pasaron lindas fiestas, con buen vino obvio.... Felicidades y éxito para todo lo q se viene!!

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