Ese día era la despedida, Ámbar, César y Assha partirían al siguiente día a su hogar en Isla Margarita. Nosotros ese día partiríamos a la base del Parai Tepuy del Roraima.
Nos dio tristeza, tantos días juntos… pasamos dos fechas importantes con ellos, Navidad y Año Nuevo… nos acogieron como si fuésemos amigos de muchos años. Los vamos a extrañar.
También nos despedimos de Elizabeth, ella es artesana, hace joyería y también grabados. Para que la recordemos nos regala una de sus obras… q bello regalo!!
Almorzamos juntos… nos despedimos y luego partimos a nuestro destino… primero pasamos por el pueblito, vamos a preguntar a la oficina de turismo algunos datos de la salida de Venezuela para Brasil.
Nos habían dicho que para salir de Venezuela debíamos pagar un impuesto, nosotros estábamos guardando dinero para pagarlo, pero en turismo nos dijeron que no. También, por ser placa extranjera, nos dieron una calcomanía de turistas para ponerle combustible a la camioneta… como en Venezuela es tan barato el combustible y estamos cerca de la frontera con Brasil, hay muchos brasileños que viene a cargar el estanque y por eso tuvieron que regularlo.
Nos mandan a hablar con la policía porque se suponía que debíamos pedirle un papel… llegamos allá, le explicamos que nos mandaron de turismo por un documento que nos tienen que dar ellos para salir de Venezuela… el policía nos dice que por ser extranjeros no necesitamos ese documento pero después nos dice que tenemos que salir por la misma frontera por la que entramos al país!!!, está loco!!!!!! fué la primera reacción que tuvimos… otro policía leyó el papel que andamos trayendo y entendió que no debíamos devolvernos.
Ufff!! Acá las reglas cambian en cada estado y con cada policía… mejor ni preguntar porque todos dicen cosas diferentes…
Santa Elena está lleno de turistas nacionales, andan con esas camionetotas… es temporada alta, lástimas que estos tipos no tienen respeto por nada, ponen la música a todo volumen como si anduvieran solos… botan la basura en todas partes y como no hay control del consumo de alcohol, hay muchos que andan manejando borrachos… en un encuentro cercano con una camioneta recordamos a lo que bautizamos “el poder de la mano”, el piloto o copiloto abre la ventana y saca la manito para indicar para donde va a virar o para señalizar cualquier cosa… acá no se respetan los semáforos, ni letreros de Pare, ni los Seda el Paso… pero “el poder de mano” si se respeta, tiene más poder que cualquier señalización del tránsito… incluso puede hacer parar autos… en vez de usar el intermitente se ocupa “el poder de la mano”, así de importante es!.
Salimos de pueblo, un poco arrancando de tanto escándalo… el camino nos va invadiendo… hermosos paisajes, pequeños cerros, árboles, nubes, sol y de fondo los tepuy… el clima es raro acá… puede haber un tremendo sol y a los minutos se nubla y comienza a diluviar, porque no son lluvias son diluvios.
Llegamos a la entrada del camino que nos conducirá a Parai Tepuy del Roraima, el camino está bueno… nos dijeron que hace unos días vino el Discovery Chanel y lo mando a arreglar para hacer un documental.
Llegamos al pueblito, es pequeño, hay pocas casas y todas son de los indígenas que viven allí. Nos dicen que nos podemos quedar cerca de la casa de los guardaparques que tienen un estacionamiento grande, por una módica suma podemos ocupar los baños y las duchas…
La oficina de los guarda parques está cerrada… queremos averiguar si podemos subir al Tepuy, necesitamos averiguar cuánto cuesta… lo dejamos para el otro día.
En el pueblito nos dan la bienvenida los famosos Puri – Puri, así le dicen a la plaga de mosquitos que abundan en esta zona, son terribles de chupasangre… lo pior es que son muy chiquitos y pican muyyy fuerte, a nosotros nos tienen llenos de ronchas, porque después de la picada, piiiiiiiica y a pesar de q nos dicen que no nos rasquemos, igual lo hacemos y nos hacemos unas pequeñas heridas, es q es inevitable… son peor que los zancudos!!.
Aprovechamos que hay un techito y tomamos once, leche con pan… comienza a llover y nos vamos a refugiar a nuestro hogar.
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