De mañana éramos el atractivo del barrio, algunos nos miraban con cara de asustados y cerraban las puertas de sus casas y otros nos saludaban… unos viejitos se nos acercaron a saludarnos y darnos la bienvenida a la ciudad, nos ofrecieron ayuda… nosotros pensábamos en ducha, pero para no incomodarlos sólo le pedimos agua caliente para el té matutino.
Seguimos recorriendo lo que nos faltó el día anterior, visitamos por fuera el Palacio Legislativo que le pega mil patadas al congreso chileno que es horriblemente feo, arquitectónicamente hablando. Luego nos fuimos a meter a las patas de los caballos, fuimos a la punta del único cerro de Montevideo, estando ahí cachamos que no teníamos que detenernos si queríamos salir con vida y con la camio, jajja, no nunca tanto, pero era una pobla, así que había que andar con cuidado. Arriba, en la cima sólo nos detuvimos para sacar un par de fotos y bajamos rapidito.
Bajamos por una calle llamada Chile!!, íbamos saliendo de la ciudad y nos acordamos que queríamos ir a la distribuidora de gas, íbamos con toda la intención de que nos fuera bien… de todos los países que recorrimos, sólo acá tienen las mismas válvulas, así que la probabilidad que nos llenen el galón es alta.
Llegamos al lugar indicado y fuimos a hablar en recepción, un señor simpático nos dijo, “no creo que se la llenen porque acá sólo cargan los de 13 kilos y los más grandes, pero igual le voy a decir a una señorita que venga y hable con ustedes”.
Llegó la señorita y le contamos nuestra historia de viajeros, le pusimos color también!!... si no nos llenaban el galón nos vamos a morir de hambre porque es para la cocina!!, jajajja, Parece que la señorita se la jugó por nosotros y finalmente hizo que nos cargaran el galón… nosotros saltábamos de felicidad cuando nos trajeron el galón pesadito… preguntamos, y cuánto es? Dónde pagamos? La respuesta fue… es un regalo! jajaj más felices estábamos, se terminó la restricción de alimentos! Ahora hasta podemos hacer pan!! Jajaj.
Nuestra sonrisa no se borro en harto rato, jajaj… en el camino vimos un negocio y paramos a comprar algunas verduras y un queso. Ahora podemos cocinar más cosas ricas!! Ajaj.
Esa noche queríamos parar en un pueblito llamado Juan Lacaze, pero se puso a llover y el pueblito no era muy lindo, asi que seguimos rumbo a Colonia del Sacramento. Allí nos estacionamos frente al muelle de los yates… el lugar es precioso y como recién habia llovido más lindo se veía. Nos hicimos amigos del guardia de la garita y nos dijo que ningún problema para quedarnos en ese lugar.
Antes de instalarnos buscamos un lugar para bañarnos, recorrimos todas las estaciones de servicio y ninguna tenía ducha… en nuestra búsqueda llegamos a un gimnasio donde estaban practicando artes marciales, el sensei nos dejó bañarnos en unas duchas con agua calentita.
Ordenamos la suite y yo me entre luego, el Pablo aprovechó de salir a caminar y sacar fotos en el centro histórico, se topo con una bella iluminación, calles empedradas y autos antiguos.
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