jueves, 29 de septiembre de 2011

Calafate a Tamel Aike

23 de Agosto de 2011

Llegó el día en que iríamos a conversar con el Administrador del Parque (acá le dicen Intendente, no sé porque). El fin de la visita era que nos pudiera reducir la tarifa de la entrada al Parque de Los Glaciares, para ir a visitar el Perito Moreno.

Antes de salir del estacionamiento donde nos quedamos a dormir, nos compramos un pie de limón que nos ofreció un tipo. Lo compramos sin pensar mucho, es que la noche anterior yo había soñado que comía pie de limón y justo apareció, así que obligados a comprar y comer. Lo fome que cuando estábamos en proceso de comer, encontramos un pelo (muy parecido al vello púbico), a mi me dio asco y no pude seguir comiendo, pero al Pablo le da lo mismo, jaja, así que él se terminó de engullir el pastelito.

Fuimos tempranito a la Administración del Parque. Llegamos allá y el Administrador estaba en reunión, no nos podía atender (aunque creemos que fue pura mala onda porque estaba muy pierna arriba conversando con un tipo de lo más informal). La secre nos dijo que si queríamos hablar con él tenía que ser después de las 4, buu. Le explicamos todo, lo del viaje, que estábamos esperando del sábado que nos atendiera el Administrador, que no podíamos esperar más días, y bla bla…. Nos mandó a hablar con otra persona, le explicamos toda la cuestión de nuevo… bueno la persona que nos atendió no fue muy amable, nos dijo que la tarifa era esa y que el Administrador se iba a negar a rebajarla. Nos dijo que han hecho rebajas sólo para personas que van con fines científicos y toda la parafernalia. Bueno, ahí nos entró un poquito de rabia, porque nos dijo que no le pueden estar dando gratuidad a todas las personas que piden porque el parque no funciona así. Que lata!!! Si es una belleza natural porque lucran con ella, está bien que tengan que mantener el parque, pero el cobro es excesivo, además la entrada es válida sólo por un día…. Al final nos dió la wea y no quisimos esperar hasta las 4 al administrador para hablar con él. Capaz que ni nos atendiera o que nos dijera que no y nos retiramos indignados con la forma en que se lucra con la naturaleza.

Continuamos con nuestro viaje por la Ruta 40 de la argentinidad… bordeamos el Lago Argentino, cerca de allí hay una desviación que lleva hasta un pueblito llamado “El Chaltén”… promocionan la ciudad como la capital nacional del treeking y además como la más joven de Argentina (antes del conflicto de Chile con Argentina por la Laguna del Desierto, todo ese sector era chileno y no existía El Chaltén como ciudad).

Me dió por manejar un buen rato… el paisaje es muy parecido, planicies cubiertas de nieve. Por un rato vemos montañas pertenecientes a la Cordillera de los Andes… en una de ellas se pueden ver unos cerritos con estratos de diferentes colores.

Paramos en un mirador de tierra, al principio pensábamos que era barro compactado, pero nooo. Era barro gredoso, tuvimos que salir con tracción antes de enterrarnos más. El Pablo que se había bajado a sacar fotos quedó con los bototos con una gran capa protectora de barro. Para remate después pisó un sector donde hay muchas piedras y se le pegaron a los zapatos.

Llegamos a un pueblito llamado Tres Lagos, nos imaginábamos que era un poquito más grande, pero nos equivocamos. Es una calle y unas poquitas casas. No tenían ni combustible, por suerte nosotros andamos preparados con un bidón para las emergencias.

Salimos a la ruta, es de tierra… a lo lejos vemos algo raro tirado. Nos acercamos y eran unos guanacos descuartizados!!, qué maldad!!, los habían matado, los cortaron en pedacitos y estaban tirados por ahí. Había unos que estaban en una caja de madera y otros en una bolsa de basura! Seguro que se los iban a llevar y alguien los pilló y los dejaron tirados para no tener problemas.

Desde que salimos de Tres Lagos, el camino se puso súper feo. Como salió el sol, hay muchos lugares donde se derritió la nieve, por lo mismo había partes en la ruta, que más que camino parecían ríos. Lo bueno es que cada cierta cantidad de kilómetros hay un teléfono S.O.S., para pedir ayuda.

Se nos vino un atardecer hermoso… fue como de película porque habían unos caiquenes en la ruta, pero cuando nos acercábamos estos comenzaban a volar hacia el sol.

Llegamos a la ruta asfaltada, en esa ruta no hay nada!!!, ni una casa, de repente vemos unas lucecitas y vamos hacia ellas, era una estación de vialidad. Paramos en la casa y antes de que dijésemos si podíamos pasar la noche allí, el que nos atendió nos hizo pasar y nos ofreció un mate, jaja.

Entre conversa y conversa, nos cuenta hay muchos viajeros que pasan por allí porque no hay nada más en el camino, así que ellos están preparados y hasta tienen una pieza para las visitas. Además, nos cuenta que las rutas no están buenas y no es conveniente viajar en penumbra. Hace poco se volcó una camioneta cerquita de donde estamos y murió uno de los jefes de ellos.

Ellos tienen un gran generador de electricidad y lo prenden en la noche. Además tienen televisión satelital para entretenerse en los días que no pueden trabajar.

Nos cuentan que tienen turnos de varios días, tienen que vivir en la casa de vialidad. En el verano se dedican a hacer caminos y poner señaléticas y en el invierno tienen que salir a habilitar los caminos después de las nevadas.

Al rato llegan unos gauchos que viven en una estancia cercana, ellos siempre les llevan carne, es lo que más comen. Ese día mataron una vaca y llevaron carne para hacer un asado… nos invitaron a comer, jajja.

Llegó la hora de dormir y aunque nos dijeron que durmiéramos adentro de la casa, decidimos quedarnos en la camioneta. Nos ofrecieron estacionar la camio dentro de un galpón así que no pasamos nada de frío.




























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