viernes, 14 de octubre de 2011

Caleta Tortel

28 de Agosto de 2011

Amanecimos en Caleta Tortel, un lugar único en el mundo, lo que lo hace ser muy especial. Les cuento porque es tan especial… casi todo el pueblo está construido sobre palafitos, las calles son pasarelas y escaleras de maderas que unen la vida de sus habitantes. Sólo hay una parte plana donde se pueden dejar los vehículos, y donde actualmente hay un gran mirador que permite ver la bahía donde se fue gestando el pueblo.

La historia de este lugar, al que hasta 2002 sólo se podía acceder por agua, es la del pueblo Kaweshkar, nómades marinos, que fueron los primeros en vencer toda clase de obstáculos y adversidades características de esos parajes. Hoy no queda ningún descendiente vivo.

A la mitad del siglo XX, después de un viaje a remo, los pioneros en la construcción del poblado comienzan a obtener ayuda de la Armada Chilena, que a partir de entonces se hace cargo de la sobrevivencia de los habitantes.

Es así como se empieza a escribir una historia singular y estrechamente vinculada con la explotación del Ciprés de las Guaitecas, una madera nativa que crece únicamente en zonas pantanosas y de resistencia excepcional.

Entre 1920 y 1955, incendios en parte provocados por los mismos colonos, dejaron a su disposición gran cantidad de madera, la que hasta hoy día asegura la arquitectura y la economía del lugar: casas sobre palafitos, lanchas, chatas (embarcaciones pequeñas), veredas-pasarelas y escaleras interminables que conforman las calles del pueblo, junto al comercio de postes de ciprés hacia Punta Arenas.

Los tortelinos mezclan costumbres gauchas y chilotas. Hoy, el pueblo ha crecido y fue declarado Zona Típica – Monumento Nacional, Patrimonio Cultural de Chile. Desde marzo de 2003 se encuentra conectado a la Carretera Austral a través de un desvío de 20 kilómetros, con buses que permiten a los pobladores salir y entrar cuando quieran y a los turistas llegar con mayor facilidad. Sin embargo, siempre la naturaleza es la que manda: las condiciones climáticas pueden ser muy difíciles, la lluvia cae en invierno y verano y es interminable.

Nosotros ese día salimos a caminar por las pasarelas… el día anterior nos habían dicho que iba haber un funeral en el pueblo… alcanzamos a ver como una caravana de botes se alejaba en el mar, en una procesión iban a dejar a la difunta al aeropuerto y así poder sacarla a la carretera en auto. Sí, allá todo es un poco más difícil.

Recorrimos todas las pasarelas y escaleras del pueblo… caminar por ese lugar es como estar en un cuento… Todo es de madera y las Plazas son techadas!. Toda la vida de los habitantes es marcada por las pasarelas, si hasta a algunos perritos vimos haciendo pipi y cacuca… los niños juegan a la pelota en los lugares que tienen un poco más de espacio plano.

Los bomberos y los carabineros en vez de tener un auto tienen botes!! Jajaj. Fue lindo ver un bote con los colores de los bomberos, si hasta tiene un estacionamiento bajo techo.

Tortel tiene hasta una radio con el nombre del Padre Ronchi, es famosillo por estos lados ese hombre.

Ah y vimos unos carteles enormes donde sale una proyección de camino que baja desde el estacionamiento hasta la orilla de la bahía. Nos cuentan que hace años que tienen planificado hacer algo así, pero que como la comuna está declarada zona típica no pueden modificar ninguna pasarela. De todas formas, esa calle beneficiaría a muchas personas, porque será muy lindo el lugar pero para la gente que vive allí no es nada de fácil. Imagínense llegar con una maleta o un bulto grande y trasladarlos a pulso unos cuantos kilómetros, subiendo y bajando escaleras, o las personas enfermas, uff, complejo.

En nuestro recorrido vimos unas esculturas en homenaje a las familias que han trabajado toda su vida en la extracción del Ciprés, además hay otra escultura en homenaje a los pueblos originarios que habitaron esta zona.

La vida en Tortel corre a otro ritmo, mucho más lento que en las grandes ciudades. La gente es amable, saluda cordialmente y te mira a los ojos… Hay tantos gestos que hemos perdido por vivir tan acelerados. Seguimos caminando y cada detalle de la ciudad nos llama la atención, uno perros juguetones, unos niños jugando en unas balsas construidas por ellos mismos, un abuelo que baja la escalera a fumar un pucho. Los botes que se mueven a medida que va subiendo la marea. Los pájaros que se detienen en los postes de las luces o las burbujitas que emergen de la tierra cubierta de agua.

Llegamos al final de una pasarela que nos conduce a la playa… como la marea está alta el agua cubre la playa.

Se nos ocurre subir a la parte más alta de Tortel, subimos varios escalones hasta llegar a una punta de un cerro, allí hay unas antenas, al parecer no se ocupan porque está abandonado. Vemos otra parte del cerro, es más alta, de seguro que allá podríamos ver mejor la ciudad. Caminamos bastante, el terreno es como un humedal, es efecto de tanta lluvia, los musgos abundan y la materia vegetal se pudre fácilmente.

Bueno después de algunos minutos, tuvimos que devolvernos, pero no es que no quisiéramos seguir, es que pise mal un tronco y caí muy mal. No pude caminar como por media hora y pensamos que hasta me había quebrado algo en la espalda, pero después de un rato me pude parar y seguir avanzando para llegar a la pasarela, fue el peor momento, nos demoramos más en bajar que en subir. Es que el dolor en mi espalda era muy fuerte, así obligados a parar. Nunca había llorado de tanto dolor, pero bueno menos mal que no me quebré nada.

Bajamos, todos los movimientos en modo lento, jajaja. Fuimos a la posta y según la señora que apenas me miro no me quebré nada.

En nuestra caminata nos topamos con dos tipos, Máximo y Jonathan, conversamos hasta que la lluvia y el dolor hizo más incomodo el encuentro. Igual conversamos mucho rato, la gente nos miraba porque estábamos en plena pasarela conversando y los chiquillos hablaban fuerte, fuerte. Jaja. Ellos andaban implementando un programa computacional en la municipalidad, llevaban algunos días más que nosotros y conocían a todo el mundo.

Nos despedimos bajo la lluvia y nos fuimos a la camio hogar, el Pollo cocino porque yo no daba más del dolor así que me acosté.






























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